No me digas esas cosas.
No me digas esas cosas al oído, aquí, en medio de los pasillos de la librería, déjame escoger un libro, ahí están los de Bukowski, y ahí los de José Agustín, deja de seguirme y no me digas más esas cosas al oído, no imaginas lo que siento, cada palabra que entra por mis oídos se desliza vertiginosamente hacía mi sexo, electrificando mi cuerpo, es como llegar en un parpadeo a tu cama, basta una sola de tus palabras para que se vuelquen dentro mío los días de ti, los días contigo... aquellos días... Una sola de tus palabras en mi oído y el sexo se vuelve humedad. No me digas esas cosa al oído, si sigues, juro por Dios que tendré un magnifico, delirante y exquisito orgasmo aquí frente a José Agustín, mejor salgamos de prisa, anda llévame a una calle solitaria o al parque de enfrente, cada vez que me dices aquellas cosas , muero por tenerte entre las piernas, anda apúrale, vamos a cualquier rincón ausente de gente, porque tu casa esta hasta nunca, y el hotel a dos horas, vamos, mira ahí, como cuando estuvimos en el desierto en medio de árboles, a la vista de cualquiera que pasará o cualquiera que quisiera ver a dos amantes en la máxima expresión del amor, del deseo, de las ansias, de la lujuria, de cómo es que se aprovecha cada minuto, porque la ausencia será larga o quizá infinita.
Sí…. Sigue hablándome al oído
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Escucha a Real de Catorce del Disco: Azul