sábado, 5 de febrero de 2011

SuCuerpoEnElEspejo

Se quedo tendida sobre la cama  esperando a que subiera con la cena, acaban de hacer el amor.
No sabe qué pensar, no sabe qué decir después.
Observa la habitación:

Ve el reflejo de su cuerpo  en aquel  espejo colgado estratégicamente  en la pared del 204, espejo de forma  más larga que ancha le da  vida  a  un rectángulo vertical de superficie lisa y brillante que refleja una pequeña parte de su pálido cuerpo desnudo.

Se observa en el espejo, cierra un poco  los ojos para tratar de enfocar la imagen, sus eternos lentes azules permanecen inmóviles sobre la mesita, lejos de su cuerpo tendido y en reposo,  no  hace el intento de alcanzarlos,  prefiere ver la imagen  un tanto no tan definida de su pálido cuerpo, lo que ve  es hermoso: 
Una línea delgada y suave que empieza a la mitad  de sus muslos y va ascendiendo hasta perfilar el borde de su cadera no tan prominente, la línea no recta continua de forma descendente hasta delinear  su cintura, y entonces  la línea se tiende un poco como en  una u prolongada hacia abajo y en el punto exacto al final de su delicada cintura la línea no lineal vuelve a ascender  a la altura del nacimiento de sus senos. La pálida imagen que le devuelve el espejo es bellísima, lo que ve es hermoso, lamenta no traer consigo su cámara.

Se observa detenidamente, le diré que me tome una foto así. La petición se le olvidará casi al instante,  la distrae la cama revuelta y húmeda en la que esta recostada viéndose desnuda en aquel espejo,  recuerda la cama de su casa en  las mismas condiciones, esa cama  que los cobijo por quinientas noches, aunque sólo se vieron  poco más o poco menos de diecinueve días, como bien canta Sabina. 
Los recuerdos, los recuerdos, llenan el cuarto de un aroma lejano, una fragancia triste, quizá el aroma de los amantes  que no pueden ser, de los amantes sin un ayer, ni futuro, ni ninguna otra cosa.
Le cuesta respirar,  sus pulmones se llenan de olvido, de lejanía, a pesar de que él acaba de salir por la cena, a pesar de que su hombre acaba de salir de ella, de entre sus  muslos, (¿Su hombre?).

Sigue tendida sobre la cama y dentro de ella cuestionamientos  que no se atreve a exteriorizar, la felicidad tiene que ser algo más que este placer y esta paz que nos damos, no puede ser que estemos aquí  y no podamos ser. Yo igual le pienso casi siempre, y trato de saber de él lo menos, lo menos que pueda, casi llegar a nada, aún no puedo saberle sin que sienta  que me ahoga la tristeza, una tristeza  que aún no logro  hacer menos, sé lo que trataba de decirme cuando le pregunte por qué yo no, “Tenemos algunas cosas en común, pero muchas otras no … “.  Cierto, yo no soy tantas cosas. Jamás debí volver después de aquella noche…   Pero volví y …

El teléfono suena, Quieres bajar a cenar, hay una fondita aquí cerca. Si, ya bajo.

La imagen de su cuerpo dejo de reflejarse en el espejo, se levanto de la cama revuelta y aún húmeda ...

En lo que se han convertido ellos,  amantes esperando la ocasión, el momento, quizá más ella. Su deseo se reduce a  cuatro paredes de cualquier hotel, se reduce y se apresura, quieren en horas, reproducir sin lograrlo las noches eternas, quieren vaciarse, darse, volcar sobre ellos cada orgasmo ausente,  revivir las caricias dulces y frenéticas, las caricias que se extrañan cuando no se tienen cerca, cuando pasan y pasan los días y cada día,  el día  se va alejando más y más, y en cuanto más se aleja más se extrañan los cuerpos, más se desean …

Y es extraño, cuando el día llega, es más la nostalgia que se siente,  porque se sabe que el  siguiente día que se encuentren estará cada vez más lejos que el anterior, y ese anterior más lejos que el primer anterior, y a su vez más lejos que el segundo anterior  que  a su vez estará cada vez más lejano del tercer anterior, que  a su vez  seguirá estando más y más y más lejano que el… …  

Hasta que el día,  el día esperado no llegue jamás. 

Escucha a Real de Catorce
Al rojo de la tarde -Del disco "Al rojo"

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