lunes, 11 de junio de 2012

Una Más de Carretera


En el autobús, sobre la autopista, asiento de la ventanilla  voy leyendo, aprovechando las dos horas de camino para llegar al Defe, a veces leo, a veces sólo observo el paisaje que he visto incontables veces  como si lo viera por primera vez , decidí leer uno de los varios libros que compre (por suerte)  esa semana en rebaja .

Empecé la lectura algunos minutos después de que el autobús tomara la autopista,  me acomode muy campantemente ocupando también  el asiento libre del lado del pasillo, dejando la maleta que suelo llevar en esas escapadas con todas las cosas personales posibles que puedan caber en ella, aunque casi siempre termine ocupando sólo algunas cuántas de las mismas, en es maleta si que caben infinidad de cosas, sabiéndolas acomodar, ropa, cremas, desodorante,  cargador  de celular, cámara digital, varios libros, abrazos, besos, caricias, días y noches para conocer, para  aprender,  para volver a sentir, para enamorarme no como una adolescente,  para enamorarme y  amar, amar de verdad… y orgasmos esos  que nunca, nunca dejo olvidados…

Abrí mi nuevo libro y comencé la lectura, "Con su vestido persa, y el turbante haciendo juego, estaba encantadora..." leí  las primeras dos páginas y desistí algunos renglones de la siguiente, pues los rayos del sol  se reflejaban en las hojas de mi libro nuevo, haciendo que las letras por instantes desaparecieran,  y que cerrara y abriera los ojos en un parpadeo constante para tratar de atrapar y formar las palabras que se desvanecían a la vista....  deje abierto el libro y volví la vista hacia la ventanilla, un sol de  poco más de la siete de la tarde (horario de verano) iluminaba sin tregua el día, el autobús, las hojas de mi libro y  mi cara...

Observaba, siempre observo, a pesar de que al día siguiente el Tipo Extraño me haya preguntado cuántas personas había desayunando con nosotros en el puesto de barbacoa aquel al que suele ir, no sé, le respondí, no las conté, eran doce, me respondió.  No conté a aquellas personas, pero sí puedo decir que ese Tipo Extraño, es tan extraño que no pidió nada de tomar para acompañar ese suculento desayuno y que se le olvidó decir gracias a la chava que le dio una bolsa de plástico para los huesos de su perro.

Veía a un sol enorme, tenía un color amarillo casi blanco, un blanco brillante, creí estar viendo a una luna llena, a lo lejos,  ahí estaban estas dos montañas, hombre y mujer, el Popo, y el Izta iluminados por este sol-luna, veía como se delineaban los bordes de aquella pareja, por los rayos de éste sol, era como si un pincel bordeara el contorno con esta luz brillante, sorprendida por  tan sublime belleza, doy un vistazo rápido al autobús  mientras me preguntaba, ¿Alguien estará viendo lo que yo? El autobús no se llenó, apenas unas doce o quince personas dispersas, nadie ve por la ventanilla (por ahora)…

Deje la lectura, en todo el trayecto mis ojos se llenaron de belleza, me sentí en paz, me sentí  feliz, en horario de verano oscurece tarde,  entrando al Defe aún algunos rasgos del sol se asomaban en el horizonte…

Ese día me esperaba el Tipo Extraño, ahora,  es posible que ya no vaya a mi encuentro, es posible que ya no esté en el transcurrir de mis días… 

He sacado de mi maleta la ropa, el cepillo de dientes… he sacado todo, todo, menos la esperanza,  saque todo, todo, menos los besos y caricias… los orgasmos… las ganas de crecer y aprender  junto a ti, saque todo… todo...

 Menos mis ganas de volver a volar…

¿Te arriesgas?