martes, 4 de diciembre de 2012

¿Te cuento...?


¿Te cuento un secreto?

Ahora que volveremos a vernos,  quizá sea en alguno de estos próximos  días…

Quiero volver a sentirte… a sentir como tus besos húmedos  se mojan entre mis piernas… 

Como esa  vez  que nos atrevimos a tocarnos, que nos atrevimos a acercarnos, que nos aventuramos a volver a creer y a sentir…

No te imaginas cuanto disfrute ese instante,  cuando después de tocar mis manos, de besarnos, de quitarnos la ropa y nuestro miedo,  tú besaste mi sexo.  Yo sólo cerré mis ojos, y te disfrute y me disfrute…  Y fue que me devolviste lo que creí haber  perdido  en algún lugar, en alguna cama, en algunos brazos… en la esquina de una calle…

Hoy,  después de un adiós, después de largas “conversaciones”  confusas al principio, confusas y dolientes, te volveré a ver, consciente de que dormiremos en la misma cama pero con nuestros deseos más profundos tan diferentes, tan distantes…

Mi secreto es que me atreveré a tocar tus manos, a besarte... a quitarte la ropa…

Lo demás no quiero decirlo, pues no sé si te atrevas  a  tocarme...

sin miedo…

lunes, 26 de noviembre de 2012

Estás tan lejos...

Volví a tener un sueño en donde apareces
 ese sueño que te conté
y en el que estás tan lejos…

Pienso en ti, como hoy, en esta noche fría, apenas salgo de la casa y el viento invernal me acaricia la cara y traspasa mi ropa, no sé la razón por la que me siento triste, sola y triste, ¿será porque este frío invita a la nostalgia...? Y entonces me sorprendo diciendo tú nombre en medio de la calle oscura, desolada y oscura a esas horas de la noche, y digo tu nombre después de un suspiro que nace desde lo más profundo de mí, mientras camino con pasos lentos, pues al nombrarte es inevitable pensarte… y es cuando mí imaginación, o serán mis deseos más profundos los que me invitan a pensarte conmigo…

Me imagino pues, que vamos por diez pesos de “algo” para cenar, que vamos al parque, o al cine, que te veo trabajar, que despertamos juntos, que vas por mí al trabajo, o me hago  preguntas como ¿qué estaríamos haciendo ahora?,  no evito que mis ojos se humedezcan… y entonces  quisiera correr desde esta calle entrar a mí casa hacer mis maletas  y llegar contigo… tengo tantas ganas de ti… qué me iría a donde tú… Ahora no sólo el frío toca mí cara, algunas lágrimas se escurren lentamente desde mis ojos, las borro  de inmediato con mis manos,  pero ¿cómo desvanezco mis deseos…?

Todo se desvanece cuando veo las cosas como son en realidad… Tú estás tan lejos y no sólo en la distancia… estás lejos  de mí…

Sin embargo, sigo pensándote algunas veces… 
casi siempre…

lunes, 19 de noviembre de 2012

El frío de invierno


¡Qué frío…!  En unos minutos y la una de la madrugada marcará el reloj de pared que está colgado en la pared, el ligero tic -tac que emite el movimiento del segundero, se pierde con la mezcla de sonidos que escucho del motor del refri, de la pc, de algunos coches a lo lejos y de la tv encendida  sin prestarle atención, es una película tal, en un canal tal. 
Dejo prendida la televisión, para no percibir tanto silencio, para no sentir  la soledad que me acompaña y de la que me percato casi siempre a estas horas, y en algunas del día.
No, no abro  el reproductor de música, por una extraña razón que no me explico, últimamente casi ya no escucho música. Tengo en la cabeza tantas cosas, que no disfruto de mí lista de reproducción enorme. Quizá deba de escucharla más en estos momentos, pues la música me toca las fibras del alma… Abro mí reproductor y elijo “contraley”, al paso de los tracks, el frio traspasa mis zapatos y congela mis pies, después de algunas horas aquí sentada frente a  la pc, mientras el  tic-tac del segundero marca más de la una, considero que ya es hora de irse a la cama.


La casa de mis padres es un congelador en estos últimos meses del año y los primeros del año siguiente, o para ser más específica, en lo que dura el invierno, esa frase me suena, mmmm ¿En qué canción… de quién… ? Yo tengo que andar con suéter desde que empieza a atardecer, sin exagerar,  hay días que desde las dos de la tarde, ya ando con suéter encima.

Después de apagar la pc, la tv, la estufa, revisar que las puertas de la casa estén cerradas con llave, apagar las luces, a veces, antes o después de todo aquel ritual, me lavo los dientes, me la lavo la cara, si tomé agua  voy al baño, si tengo hambre me preparo algo ligero, o si es día del señor de los elotes, me compro uno, y alguna otra cosa que se hace antes de irse a la cama, hablar por teléfono por ejemplo, o salir a la calle echarle un vistazo al cielo y ver si no hay objetos voladores  no identificados merodeando por el estrellado cielo, ¡Esto es cierto, yo lo vi! Tengo evidencias y a dos testigos: un video y a mis padres.

Segura de que deje todo bien cerrado  y a oscuras, me subo a mí cuarto y me dispongo a irme a la cama. En lugar de quitarme la ropa, me la pongo, pues después de deshacerme de  mí pantalón de mezclilla, la blusa, el suéter, el abrigo, los zapatos, los lentes, los aretes, me pongo encima  mis calcetas, pants de esos calientitos de algodón, playera y una sudadera.  Y es así que me meto a la cama, misma que tiene cuatro cobijas, la colcha y una cobija aparte que pongo  a la altura de  mis pies, mis pies es la última parte de mí que se calienta…(en el buen sentido ¡eh!), pues en noches como ésta bien friolentas, mis pies amanecen igual de frios como  los tenía antes de acostarme y aunque tenga calcetas y todas las cobijas de mi casa encima.
Hay un ligero inconveniente a eso de dormir calientita, con tanta ropa encima y todas esas cobijas, no puedo ni moverme, así como me acuesto, amanezco, toda envuelta como un tamal, pero el frio sí que no entra en mí cama, excepto por mis pies que no se me calientan.

Pero en los meses calurosos…
La casa de mis padres es de la más fresca y antojable que conozco, y cuando me voy a  la cama me despojo de toda mi ropa, sí, de toda, a veces dejo mi ropa interior, sólo a veces,  y me tapo con una  cobija ligera  que casi siempre termina en el suelo…
Me gusta dejar la ventana abierta para dejar paso al aire fresco…

Me gusta sentir ese ligero aire que entra por mí ventana y toca mi desnudez. 

domingo, 11 de noviembre de 2012

Esa pregunta...

Te observaba desde el asiento de adelante de tu coche, ese asiento que no es el del conductor.  Con ese caminar tan particular tuyo, llegaste a la puerta de tu casa para abrirla de par en par y disponerte a guardar el coche.

Yo te veía caminar el pequeño tramo de distancia que hay de la  banqueta a la puerta de tu casa, quizá llegar, tomaba menos de un minuto, algunos cuantos pasos, en ese lapso de tiempo, mientras te miraba, me preguntaba si estaba lista para amarte, ¡Quiero amar a este hombre!
¡Listo! Las puertas  de par en par, el Jonás  feliz por tu llegada, y yo siguiéndote con la mirada de regreso al coche te sonreía, porque ya tenía la respuesta. Volviste a encender el motor  y nos estacionaste en la cochera.

No era la primera vez que me hacía aquella pregunta, ni la primera vez que esa misma pregunta, se me quedaba atorada entre el corazón, sobre la piel y en todas mis ganas  y deseos.
Fue una noche, fue antes de tocar nuestras manos, antes de nuestro juego de manos. Íbamos de regreso a casa, a tú casa, y recordaste que el Jonás ya no tenía croquetas, entonces comprarías una lata de atún, buscaste una tienda abierta, estacionaste el coche, saliste de él,  y yo te veía caminar hacia la tienda desde el asiento delantero del auto, desde ese, que no es el del conductor, y otra vez, tú, y tú caminar, y fue ahí que me hice aquella pregunta por primera vez, ¿Amaré a este hombre...? ¿Ya estaré lista para hacerlo?

Yo, siempre tan mala para hacer planes, te fui queriendo, me di la oportunidad de amarte…

Te empecé a querer, al poco tiempo quise vivir contigo…
Tú sin saberlo, te metí en mí vida…

Y yo sin saber, que conmigo...
 no tenías planeado volar…

jueves, 1 de noviembre de 2012

Mis piernas...


Once diecinueve de la noche, minutos antes que  me tendí en la  cama de mí cuarto para  revisar  mi libreta donde suelo escribir las cosas curiosas que luego de vez en siempre tengo en esta cabeza mía,  esta casi nueva y es de color azul,  hace poco la compre, pues la anterior ya no tenía  hojas disponibles para mis curiosidades,  y esta  nueva, apenas tiene algunos esbozos de lo que suelo escribir, algunas direcciones, teléfonos  y su letra…

Leía lo poco que he escrito en ella, no tarde muchas hojas en llegar a esa  en particular, en la que él escribió en aquel último día que lo vi: “Hola Adriana, ¿Cómo  has estado? ¿Cuándo vuelves?  ¿Qué sientes de tener 36?”  Releo,  mientras pienso en voz baja ¿Volveré?...

Sobre mí cama, mis piernas delgadas y desnudas, a el resto de mí cuerpo lo cubre una playera azul… prenda que tengo hace ya un par de años, la conseguí en esos días cuando conocí a Bukowski y a José Agustín… tipos de lo peor. 

Mis ojos se quedan un largo tiempo en aquellas preguntas impresas en una de las primeras hojas de mí libreta, aquel día me dijo que no le gustaba mí letra, lo rete a que escribiera su nombre, escribí el mío primero  y le dije que hiciera lo mismo en el siguiente renglón con el suyo, para  tener un punto de comparación.  Y así  quedó en aquella hoja  su nombre escrito y esas tres preguntas que no conteste. 
Él dejo su nombre y tres interrogantes, yo,  deje mí bufanda, una cajita que guardaba  una taza, mí ropa interior de color rojo, mis fotos, mis películas… ¿mí perfume?... 

Cambio las hojas de mí libreta, mientras hago el recuento de mis cosas no perdidas, no olvidadas en su casa.

Entre mí libreta  un ticket del banco me cambia de escena:  Tres mil pesos y cachito, el monto del retiro, de cuando me quedaba tiempo extra. –No extraño mí trabajo, extraño el tener dinero-  Esa palabra, “dinero”, me hace regresar las hojas a donde apunté la dirección para ir a la entrevista del lunes… ¡ojalá! Pienso.

Afuera los vecinos tienen una fiesta, la música, por cierto no es tan estruendosa como la de los años anteriores, pues esta vez los vidrios de mí ventana no retumban al son de las cumbias ni de las salsas. Cada año le celebran el cumpleaños  al vecino,  que tendrá como sus sesenta y algo, pero creo que tiene  más de “y algo”.

Sobre mí cama yo y  tres libros sin leer, uno de ellos casi menos de la mitad, el otro apenas unas cuantas páginas, y el otro nada. Hace tiempo que no me leo un libro en menos de un par de semanas, estos tres los compre casi a principio de año… ¿Qué me pasa? ¿Qué me ha pasado? Estar en un trabajo  en el que ya no daba para más, llegar sin ganas a casa, la presión arterial alta, dolores de cabeza… enferma casi todo el tiempo… todo aquello me suena en la cabeza, me hace ruido,  mientras observo mis piernas no tan largas y desnudas cruzadas sobre la cama, mi espalda recargada en mi almohada que a su vez esta recargada en la  pared de mí cuarto,  desde esa posición mis piernas las veo hermosas, delgadas y cortas, pero me gustan.

Dejo mi libreta  e intento retomar la lectura del primero de esos tres libros, pero sólo logro leer algunos cuantos renglones, y eso de las últimas páginas para saber si el final esta interesante, parece que sí, pero mi atención se desvía a mis piernas sobre la cama,  a los recuerdos que me trae mí playera azul, a su  pregunta que me hizo en esa última visita “ ¿Cuándo vuelves?” y a las mañanitas que hacen de fondo musical a el cuadro que esta noche  hago de mí,  semidesnuda sobre la cama…

lunes, 8 de octubre de 2012

Y esa noche, te vi...

Te mire a los ojos, sabiendo que si lo hacía
iba a amarte desde ese instante...


Y empezaste a jugar con mis manos impacientes,  mis manos que esperaban  te atrevieras a tocarlas,  a entrelazarlas con las tuyas  sin miedo…

Antes,  era yo la que no se atrevía ni a mirarte a los ojos,  te acercabas a mí, y  con miedo, con el miedo a quererte,  me alejaba de ti,  a un paso o a dos de distancia, pero en realidad esa distancia era inmensa,  yo estaba ausente,   y me viste insegura, temerosa, fría, pero yo  te buscaba.

Y fue entonces aquella noche, que nos atrevimos…  Yo a mirarte y tú a tocarme.  

Tomaste mis manos entre  la tibia oscuridad de tu habitación, mientras sentía  tu cuerpo tembloroso bajo las sabanas,  los dos,  aún con ropa y  bajo tus sabanas, empezamos un juego con nuestras manos, nuestros dedos por primera vez  se tocaban, por primera vez nos sentíamos, sentimos nuestra piel, tus dedos, los mismos que instantes después estarían dentro mío.. 

Me tocabas con delicadeza, pero también con un poco de temor, tenías miedo a un rechazo más, tenías miedo a  que pusiera distancia en el  poco espacio entre tú y  yo  en tu cama…  Y  yo, tenía miedo a darte lo que soy, a volver a volar…  No me aleje,  pues desde hace tiempo  que buscaba la manera  de acercarme a ti.

Los dos mirando al techo con nuestras manos entrelazadas, con la certeza de que podía pasar todo, pero también que pasaría nada,  me acerque a ti, me acerque más a ti, con sólo voltearme puede tocar tus labios con mi boca, y te miré, te miré… ¡Por fin!,  y te aspire… sentí tu cuerpo aun tembloroso,  el mío volvía a ser libre, yo entre las sábanas soy libre, entre las sábanas y con el hombre que quiero amar, que amo… soy libre,  nos besamos, nos besamos en un beso suave, en un beso que  ambos hicimos verdad después de un largo tiempo, después de una espera larga, después de tu paciencia, después de dejar mis miedos  y ¿Los tuyos?

Dejamos nuestros miedos y la ropa tirada en el suelo, las sábanas llenas  de ilusión, de esperanza, de deseos, de querer empezar una historia más en nuestras vidas, las cobijas revueltas  y sobre tu cama nuestros cuerpos desnudos…

La historia que quisimos ser, no fue, al final fue otra, volvieron los miedos, las dudas… lavaste tus sabanas, limpiaste tu casa, quizá la pintes de otro color, quizá cambies tu cama  pues puede que aún huela a mí…  

Nos buscamos, pero ahora, tú te buscas, y yo me busco… buscas tus respuestas, busco las mías, quizá al buscarnos nos volvamos a encontrar, o quizá al buscarnos, nos alejemos más…

Yo...  Te digo que Te quiero,  si al final no eres tú, si al final no soy yo…  Te Amo  y lo haré como desde el  día que me atreví a mirarte a los ojos.


sábado, 29 de septiembre de 2012

Alguien Me Observa


Una caminata por el centro de la ciudad, me gusta, sin dinero en la bolsa, apenas para comprar una bolsita de papas  con salsa casera, comprar una flor  de dulce al chico universitario que las vende de a diez pesos, y para el pasaje de regreso a casa… Entonces sí que  tenía al menos unos treinta pesos en la bolsa, pero para caminar hasta el zócalo bastaron mis pies cansados por el trajín del día de trabajo, o si lo veo de un punto de vista más optimista, sólo bastaron mis pies desnudos que a veces les da por caminar entre las nubes.

Con treinta pesos y mis pies que de vez en vez les da por estar lejos de la tierra, camino por la dos oriente, creo que esa es la calle, que mala soy para dar direcciones, pero  sé llegar, eso cuenta,  ¿no?, pobre del perdido o perdida, o  mejor  llamémosle extraviado o extraviada, eso de perdida me suena muy despectivo, ¡pobres! , si se acercan a preguntarme alguna dirección, acabarán más confundidos, extraviados, enredados y demás, pero no siempre es  así,  es peor, pues aquel turista (nacional ), que le pregunte a una poblana, dónde queda esto, dónde queda aquello, ya sea museo, calle, restaurant, cafetería o  alguno de tantos lugares emblemáticos de la ciudad  y no saber dar las señas precisas,  sí que es un poco penoso…  Los que me conocen sabrán de lo que les hablo.

Camino por la dos oriente hacia el zócalo, no recuerdo desde cuándo es que me da por observar, quizá a algunos les parezca que soy distraída, poco observadora, quiero pensar que pueda ser porque no todos le prestamos atención a las mismas situaciones, puedo ver las hojas de los árboles caerse por el viento, y el de a lado verá como el viento revolotea el cabello de la chava al otro lado de la calle, el cabello, quiero pensar que es su cabello, y no su pequeña falda…   Y observo las fachadas de los edificios, veo de lado a lado de la calle mientras voy comiendo mis papas, el viento en la cara, y los sentimientos que se me ahogan dentro…

Después de unas calles, enfrente de mí, el zócalo adornado aún con motivo de las “fiestas patrias” (sí, así con minúsculas), busco una banca o un lugar vacío donde pueda sentarme, pues el zócalo  a esas horas ya se encuentra muy concurrido, es fin de semana… Encuentro un lugar vacío entre un chavo que tiene en sus manos una cámara  fotográfica profesional  y una chica con su celular en la mano que se ve espera a alguien, y ahí entre ellos, yo. Yo con una bolsa de papas, una paleta de dulce, mis pies cansados, y la idea de hacerle la plática al chavo de la cámara, un tanto inquieta por cómo empezar la conversación, qué le preguntaré… ¿Eres fotógrafo? ¿Estudias fotografía?, mientras yo me contesto, Pues obvio, a alguna de las dos, le diré sólo un ¡Hola! Desde su lugar le toma fotos a la catedral, mientras no le atino a la pregunta para empezar una platica, mientras enfrente de nosotros pasa todo tipo de personajes, tantas caras, me gusta ver la forma de vestir,  como traen el pelo, sobre todo los chicos, que de pasar al sencillo casquete corto o peinado de raya de lado, pasaron al pelo largo estilizado con gel, con secadora o demás productos que según son para el cuidado de la belleza… esto me hace pensar en que  leerse un libro también cuida nuestra belleza, claro, otro tipo de belleza. Y entonces observo a la gente que pasa frente a mí  mirada que se pierde en la manera de caminar, en sus ropas, en sus sonrisas, en sus rostros despreocupados, en sus rostros tristes, en las burbujas de jabón que se rompen en el aire, en el sonido de las campanas de la Catedral, en la música del campamento de los #YoSoy132, en los novios que se besan, en los ancianos que se toman de la mano… somos tantos… ¿Dónde estará a el que busco? pienso...  Regreso mi atención al chico de la cámara, me decido a decirle un ¡Hola!,  o al menos  a preguntarle la hora, pero al instante guarda su cámara, suspira profundo y se va… la chica  que está a mí otro lado sigue esperando y mandando mensajitos desde su celular, veo el mío,  las 8:00 pm, no quisiera pero no he comido, y sólo llevaba treinta pesos, menos unas papas y una paleta de dulce, me pongo mi abrigo, quizá llueva... 

Me levanto de la banca y empiezo a caminar de regreso a casa... ahora me convierto en la que es observada…

Quizá, ahora alguien me observe desde lejos…

jueves, 20 de septiembre de 2012

Un Deseo...


De historias de amor está repleto mi cajón,  al abrirlo  las de encima, o por decirlo de otra forma las más recientes saltaron al instante,  vi como las palabras todas revueltas se caían al suelo de mí cuarto, una letra por aquí, una por allá, otras más allá y otras más hasta allá, palabras y frases como sexo, orgasmos, deseo, te amo, te extraño, quiero verte, me gusta tu sonrisa, parque, compartir, verte dormir, tomarnos unas cervezas, ir a desayunar, miedo, intentos, dormir en el sillón, sueños, mis sueños, tus sueños, conocernos más, volar, no me atrevo, quiero, no quiero, desnudos, desnuda, desnudo, fotos, películas, desvelos, lágrimas, me gustas, fin de semana, vacaciones, besos, caricias, hoteles, quiero vivir contigo, canciones, tu cama, no te vayas, abrazos en la sala de espera,  viajes, amante, miradas, autobús, carretera, DF, puentes, gente, metro, conciertos, frutas con chantillín, cena a  las dos de  la mañana, comida a las seis de la tarde, sábanas húmedas, mi cuerpo, tu cuerpo, adiós, mis miedos, tus miedos, no me enamore,  no  soy lo que quieres, la distancia… la distancia...y más y más letras tiradas en el suelo...

¿Volveré a escribir una historia más...?



Yo deseo que sí.

sábado, 14 de julio de 2012

El día en el que...


Sueño…
En un día, en una mañana, que al despertar escuche tu voz diciendo,  ¡Quédate!


Sueño…
En un día, en una mañana, que al despertar escuches mi voz diciendo,  ¡Quiero quedarme!

Mientras…

Quiero perderme entre tu sexo, quiero dormir entre tus brazos, quiero soñar en la misma cama en la que duermes…
Quiero que muerdas  y arañes y chupes y bebas… que me toques y penetres,  beses y acaricies cada punto de placer, que me conoces, que ya me sabes… que despiertes  a la amante que vuela junto a ti…

Hacer lo mismo contigo…

Recorrer con mi piel, mis manos, mi lengua, mis senos desnudos… mi pelo… y mis ganas, cada parte de ti, y despertar al amante que vuela junto a mí…

Pero lo  que más quiero y me gusta de ti…

Eres tú. 

lunes, 11 de junio de 2012

Una Más de Carretera


En el autobús, sobre la autopista, asiento de la ventanilla  voy leyendo, aprovechando las dos horas de camino para llegar al Defe, a veces leo, a veces sólo observo el paisaje que he visto incontables veces  como si lo viera por primera vez , decidí leer uno de los varios libros que compre (por suerte)  esa semana en rebaja .

Empecé la lectura algunos minutos después de que el autobús tomara la autopista,  me acomode muy campantemente ocupando también  el asiento libre del lado del pasillo, dejando la maleta que suelo llevar en esas escapadas con todas las cosas personales posibles que puedan caber en ella, aunque casi siempre termine ocupando sólo algunas cuántas de las mismas, en es maleta si que caben infinidad de cosas, sabiéndolas acomodar, ropa, cremas, desodorante,  cargador  de celular, cámara digital, varios libros, abrazos, besos, caricias, días y noches para conocer, para  aprender,  para volver a sentir, para enamorarme no como una adolescente,  para enamorarme y  amar, amar de verdad… y orgasmos esos  que nunca, nunca dejo olvidados…

Abrí mi nuevo libro y comencé la lectura, "Con su vestido persa, y el turbante haciendo juego, estaba encantadora..." leí  las primeras dos páginas y desistí algunos renglones de la siguiente, pues los rayos del sol  se reflejaban en las hojas de mi libro nuevo, haciendo que las letras por instantes desaparecieran,  y que cerrara y abriera los ojos en un parpadeo constante para tratar de atrapar y formar las palabras que se desvanecían a la vista....  deje abierto el libro y volví la vista hacia la ventanilla, un sol de  poco más de la siete de la tarde (horario de verano) iluminaba sin tregua el día, el autobús, las hojas de mi libro y  mi cara...

Observaba, siempre observo, a pesar de que al día siguiente el Tipo Extraño me haya preguntado cuántas personas había desayunando con nosotros en el puesto de barbacoa aquel al que suele ir, no sé, le respondí, no las conté, eran doce, me respondió.  No conté a aquellas personas, pero sí puedo decir que ese Tipo Extraño, es tan extraño que no pidió nada de tomar para acompañar ese suculento desayuno y que se le olvidó decir gracias a la chava que le dio una bolsa de plástico para los huesos de su perro.

Veía a un sol enorme, tenía un color amarillo casi blanco, un blanco brillante, creí estar viendo a una luna llena, a lo lejos,  ahí estaban estas dos montañas, hombre y mujer, el Popo, y el Izta iluminados por este sol-luna, veía como se delineaban los bordes de aquella pareja, por los rayos de éste sol, era como si un pincel bordeara el contorno con esta luz brillante, sorprendida por  tan sublime belleza, doy un vistazo rápido al autobús  mientras me preguntaba, ¿Alguien estará viendo lo que yo? El autobús no se llenó, apenas unas doce o quince personas dispersas, nadie ve por la ventanilla (por ahora)…

Deje la lectura, en todo el trayecto mis ojos se llenaron de belleza, me sentí en paz, me sentí  feliz, en horario de verano oscurece tarde,  entrando al Defe aún algunos rasgos del sol se asomaban en el horizonte…

Ese día me esperaba el Tipo Extraño, ahora,  es posible que ya no vaya a mi encuentro, es posible que ya no esté en el transcurrir de mis días… 

He sacado de mi maleta la ropa, el cepillo de dientes… he sacado todo, todo, menos la esperanza,  saque todo, todo, menos los besos y caricias… los orgasmos… las ganas de crecer y aprender  junto a ti, saque todo… todo...

 Menos mis ganas de volver a volar…

¿Te arriesgas?

domingo, 18 de marzo de 2012

Por qué yo


Te preguntaría, 
¿Por qué yo? 
Anda alimenta mi ego, y dime que porque te gusto, que porque me deseas, que porque te gustan mis ojos cuando te ven y mis labios cuando te besan y porque te gusta perderte entre el oleaje de mi sexo, la tormenta, la lluvia, el vaivén de mis caderas, que  porque no conoces todo de mí  y quieres hacerlo...

jueves, 1 de marzo de 2012

¿Qué día es hoy?


-¡Hola! ¿Vienes por mí?
-Sí. ¿Dónde andas?
-Estoy en... estoy en...  mmmm …
Ya sabes como soy de despistada, desubicada y además  olvidadiza para eso de las calles, direcciones y todo lo que se le parezca...  ¿Recuerdas la primera vez que pase un par de días de vacaciones en tu casa, y el primer día de ellos me fui de paseo con Paco casi todo el día, y también te llame para que pasarás por mí cuando terminarás de trabajar?  ¿Recuerdas…?  pues ahí, en ese lugar ando.

-Llego en quince minutos, yo ando por Polanco.
-Ok te espero

Lo espero parada en la esquina de aquella calle, él siempre la salvaba de situaciones similares, más aún de situaciones en las que  ella se perdía entre las inmensidades del df.  Que por cierto le gustaba sobre manera perderse entre gente, calles, andenes, ruido... caos. 
Después de la tempestad, la calma, y al final siempre él.  

Y ahí estaba él, puntual, siempre puntual, y a ella le caracterizaba exactamente lo contrario, la impuntualidad.  Tarde a todas partes, llegando tarde a las citas, al adiós, al olvido…  al amor.
Los días que ellos se veían, ella quedaba a una hora,  -Llego como  a las doce,  le decía ella,  pero ya sabía que llegaría dos horas tarde, y a él que no le gusta esperar,  tenía que esperar para abrazarla, para verle, para olerle, para verse en su mirada.

Lo que él no sabía,  es que su tardanza era por preparar sus cosas, su ropa, sus cosas personales, cepillo de dientes, los pocos cosméticos que usa, apenas rímel y algo de luz en los parpados, pero antes de todo eso, un largo baño de vapor, por esa razón en particular, era que tardaba más de lo que ella no quería, pero  no podía irse un largo fin de semana sin ese baño de vapor, ¿raro no?
Pero las razones de llegar tarde a los demás lugares ni ella las sabía a ciencia cierta.

-Hola chica bella!
Siempre le decía ¡Hola chica bella!, desde el día que se conocieron, claro que ahora ese ¡Hola Chica Bella! tiene un sentido más profundo, tanto para ella escucharlo, como para él decirlo.

-Hola tipo extraño, le respondía mientras subía al auto.
Y entonces ahí estaba puntual, a los quince minutos después de terminar la llamada al celular.
- ¿Qué tal te fue?
En el camino a casa ella le contaba de  Mario y sus largos paseos al centro,  pasando de una librería a otra y  de puestos de libros en  los que compra  por mayoreo, claro más baratos y después venderlos, le conto de las visitas a las iglesias  de la calle... a la calle....  pues quien sabe, ya que ella no lo recuerda, pero  es la calle donde se  puede fotografiar a la torre Latinoamericana muy de cerca  y donde esta el Sanborns de los Azulejos... 
La escucha atento, viéndola de vez en vez, mientras maneja rumbo a casa.
Le gusta escucharla, saber de sus cosas, de su vida, de lo que le apasiona, de  sus miedos, de sus tristezas, de sus dudas,  mientras juega con sus manos,  mientras la besa… mientras  el deseo crece para después perderse entre sus cuerpos desnudos.  Pero eso lo descubriría horas más tarde y los varios días que  ella se quedaría en casa con él, después de esta visita.

-¿Y qué crees?, ya es tarde para regresar a mi casa ,  son casi tres horas de camino, y mira la hora, ¡Las siete de la noche!,  ya sé que dices que soy muy valiente, pero eso de irme desde la terminal a mi casa tan tarde si me da algo de miedito, me quedo un día más, aunque sé que mi Negrita estará  esperándome en el sillón cerca de la ventana, con sus ojitos  pendientes a mí regreso, y claro, los papas que se preocupan demasiado aunque les avise que estoy bien y aunque se les olvide que tengo treinta y cinco…..¡¡treinta y cinco!! , ¡¡uffff!!  !!No inventes ¡¡ ¡¡TREINTA Y CINCO!!,  ¿Me dejas quedarme?

Llegaron a casa, no sabría decir la razón por la cual ella  dice siempre  " a casa" en lugar de  decir: “su casa”, ya llegaste a casa, ¿estas en casa?, vámonos a casa… ¿raro no?  
Pidieron pizza, vieron pelis, salieron al parque al paseo nocturno del lindo schnauzer que tiene como acompañante de vida ...y después...

Lo que paso  aquella noche ni lo pensaron siquiera, quizá ella  no, pero él sí, seguramente estaba pensando en qué hacer para acercarse a ella.
Todo empezó jugando con sus manos, alguien dice por ahí que el juego de manos, es … mmm es … … mmmm creo que también esta narradora es olvidadiza.  Todo empezó cuando él se acerco y acaricio sus manos, jugaba con sus dedos, los acariciaba… mientras se acercaba para besarla,  ella le correspondió,  al instante mismo llegaron las caricias, ella le mostraba cómo y en qué lugar acariciar, con que intensidad y profundidad….
Ella volvió a sentir, en su cara se volvieron a dibujar  las expresiones de placer y gozo, de paz y deseo que se le habían borrado,  mientras él,  la besaba donde ella es a  g  u  a  …
Hicieron el amor, conocieron por fin sus besos, sintieron sus caricias, sus cuerpos se encontraban por primera vez. 

..el descubrió que le gustaban sus besos, y sus caricias, y la forma en la que ella se entregaba al amor, al placer, al deseo, a él. 

Después de la tempestad la calma, y al final siempre él.

A la luz matinal de aquel día, el cielo se miraba más azul.
Con las sábanas húmedas y las ganas de más… comienza una historia…

Salieron a buscar un lugar para desayunar, en casa sólo había café, palomitas, sobrantes de pizza, y nada más.

Dentro del auto los dos, en la carretera rumbo a algún lugar, ella  preguntó:
- ¿Sabes qué día es hoy?
-No
 -Es tu cumpleaños ... lo olvidaste??  

Le pregunto una vez más: 
–¿Sabes qué día es hoy?
-Mi cumpleaños
-Si, y el día que volví a volar.

Se miraron  por un instante sin decir palabra alguna, se miraron con una sonrisa dibujada en sus rostros.

Dentro del auto, el silencio, ellos y la voz de Fito.
El silencio se rompió por un breve momento.

-¿A dónde vamos?
-No lo sé, pero hay que  averiguarlo. 

miércoles, 18 de enero de 2012

Azul


Ya te esperaba

Te conocí en la distancia dentro de tu oscuro pasado
sumergida en letras fascinantes llenas de pasión y nostalgia,
leí de tu dolor y frio en la soledad al amanecer,
y el erotismo de los besos que entregabas a la nada,
de aquellas caricias que se te desvanecían al viento
Y los orgasmos prisioneros en tu sexo.

Y tú… con el Azul de un blues y enormes ganas de volar,
pero atada al recuerdo de una cama que no era tuya
en ese oscuro pasado… donde amabas con tal fuerza
y ansiabas los momentos volver a sentir,
que aquellas manos arrepentidas del fatal error de no quererte,
te quisieran, y otra vez recorrieran tu piel,
que sus besos no se cansaran de besar tus espacios
Así juntos volar.

Mi deseo despertó.

Que ganas de ser yo a quien amaras con tal fuerza,
a quien extrañaras en tu cama y le escribieras con esa pasión,
más nunca con la triste nostalgia de esas letras,
y sí con las ansias de estar mil veces desnudos y perdidos en el tiempo
en el amor, en el deseo, compartiendo… volando.

Por tus letras mi sangre hirvió y la pasión inundo mis sentidos,
de tu manera de extrañar y desear tanto, se lleno mi deseo,
deseo de tenerte para mí, de probar tus besos,
de perderme en el hambre de tu sexo, en tus orgasmos,
en ese vaivén de tus caderas, en la pasión de tus senos,
en tus palabras al oído y que ganas de verte satisfecha en mi cama,
que ganas de que sea a mí a quien extrañes
a quien le escribas que te hace falta.

Y un día por fin de frente, tus ojos me lo contaron todo
me contaron que eras una mujer para volar.
Y que si te esperaba, que si te daba tiempo,
y desde ya te empezaba a querer, también podría volar,
que aquel erotismo de tus letras era el inicio
la expresión mínima de tus deseos.

Por fin un día llegaste Azul

Con tus ganas, con tu volcán, tu pasión, tu hambre, mi nombre.
La espera termino, volé, he sido feliz.
Quiero leer que me extrañas
que te hacen falta mis caricias y mis besos y mi sexo
quiero volver a escuchar tu blues en mi cama
y no dejarte escapar nunca,
que desde mucho antes que lo supieras
Azul… ya te esperaba.

sábado, 7 de enero de 2012

...


Iba de cuartos de  hotel en cuartos de hotel buscándome, pasaba de unos brazos que no me terminaban de convencer a besos que no sabían a pasión, me buscaba  entre los sexos de amantes de ocasión, jamás me encontraría porque yo me quede en una cama que no era para mí, me quede en aquella habitación viendo el amanecer como un muerto que no sabe que lo esta.

¿Cómo me encontraría si yo estaba  viva a medias? ¿Cómo quería ser la mujer que fui, si parte de esa mujer se aferró a una cama que no era suya?, se prendió  de la piel donde fue  mujer amante,  mujer liviana, la piel donde descubrió las delicias del sexo y del amor en todos sus matices, piel que  jamás sería para ella.

Desesperada me sumergía en las profundidades del placer para rescatar siquiera un poco de esa mujer… pero siempre quedaba un vacío, un hueco, un sentimiento de añoranza, de insatisfacción, de estar incompleta … no estaba del todo  viva, una parte de mí estaba en el pasado muerto de un colchón.

Hoy, tú, contigo, vuelvo a estar viva, regreso de entre los restos del ayer.

Caminaste cerca de mí, estando  medio viva, medio muerta, no me viste sonreír, me viste huir, viste mi tristeza, mi indiferencia, mi frialdad, ¿si sabías que no estaba viva del todo?, y aun  así caminaste conmigo,  estabas ahí, sin que yo me diera cuenta, porque me buscaba en otros hombres, sin saber que yo siempre he sido esa mujer que creí había dejado para siempre enterrada, esa mujer, esa mujer que tuviste en tu cama, esa mujer que se supo viva desde el primer orgasmo en tus labios. No tenía que buscarme, sólo tenía que regresar, que desprenderme, que volver, y lo hice contigo...

Déjame amarte como la mujer que soy, déjame volcar todo este amor que tengo en ti, todo este amor que llevo desde siempre…