domingo, 11 de noviembre de 2012

Esa pregunta...

Te observaba desde el asiento de adelante de tu coche, ese asiento que no es el del conductor.  Con ese caminar tan particular tuyo, llegaste a la puerta de tu casa para abrirla de par en par y disponerte a guardar el coche.

Yo te veía caminar el pequeño tramo de distancia que hay de la  banqueta a la puerta de tu casa, quizá llegar, tomaba menos de un minuto, algunos cuantos pasos, en ese lapso de tiempo, mientras te miraba, me preguntaba si estaba lista para amarte, ¡Quiero amar a este hombre!
¡Listo! Las puertas  de par en par, el Jonás  feliz por tu llegada, y yo siguiéndote con la mirada de regreso al coche te sonreía, porque ya tenía la respuesta. Volviste a encender el motor  y nos estacionaste en la cochera.

No era la primera vez que me hacía aquella pregunta, ni la primera vez que esa misma pregunta, se me quedaba atorada entre el corazón, sobre la piel y en todas mis ganas  y deseos.
Fue una noche, fue antes de tocar nuestras manos, antes de nuestro juego de manos. Íbamos de regreso a casa, a tú casa, y recordaste que el Jonás ya no tenía croquetas, entonces comprarías una lata de atún, buscaste una tienda abierta, estacionaste el coche, saliste de él,  y yo te veía caminar hacia la tienda desde el asiento delantero del auto, desde ese, que no es el del conductor, y otra vez, tú, y tú caminar, y fue ahí que me hice aquella pregunta por primera vez, ¿Amaré a este hombre...? ¿Ya estaré lista para hacerlo?

Yo, siempre tan mala para hacer planes, te fui queriendo, me di la oportunidad de amarte…

Te empecé a querer, al poco tiempo quise vivir contigo…
Tú sin saberlo, te metí en mí vida…

Y yo sin saber, que conmigo...
 no tenías planeado volar…

No hay comentarios: