sábado, 25 de septiembre de 2010

TardeLluviosa

Pequeñas gotas golpean los vidrios del gastado, cansado y  bendito microbús que lleva a éstos pasajeros y a otros y a mí, a lugares que puedo imaginar  y los que no imagino siquiera,  sentada a la mitad  del micro que espero, a veces con una enorme ansiedad, esa ansiedad o desesperación  o deseos de que aquel transporte te lleve de un salto a tu destino,  ya sea al  descanso que da un sillón rojo o verde o amarillo,  al calor de unos brazos,  al fuego del beso del amante o al tierno beso del hijo, al acogimiento de un hogar,  a la intimidad de la cama marital o  a la soledad de una cama para uno, por qué no, también hay días que queremos llegar a la soledad, para qué, eso, eso lo sabrán,  cada una de las personas que van dentro de este micro y por qué no, también las personas de todos los microbuses de la ciudad, y por qué no decir del mundo, si así se les cataloga a éste tipo de vehículos en el mundo.

Y habrá varios más destinos a los que se dirijan estas personas, algunos días querrán llegar rápido, aprisa, de pronto, en un parpadeo, en un respiro,  otros ni llegar quisieran, van con la desgana de no llegar, las no ganas de llegar a la rutina, a lo de siempre a lo de todos los días, a ese sillón rojo, verde, amarillo, talvez escribo de más, de lo que no me corresponde, no puedo generalizar, pensar lo que piensa cada una de estas personas,  personas que como yo, esperamos en movimiento, esperamos mientras pasan los minutos, esperamos mientras pasa el tiempo, esperamos llegar, llegar, a dónde,  no se sabrá… no sabré, imagino, voy imaginando, voy concluyendo, voy dialogando con esa otra yo, mientras observo  desde mi asiento como se dibujan en las ventanas del  microbús las gotas  de   lluvia de esta tarde lluviosa.

Mira,  ahí va la madre con su pequeño corriendo para atajarse de la lluvia, lluvia que no importa a esos dos muchachos,  calculo como de veinte, caminando como si el día fuera soleado tomados de la mano, el perro callejero que  pasa la carretera como si supiera cuando el semáforo esta en rojo, lo observo con ternura que poco a poco se va convirtiendo en un dejo de tristeza, pobre perro,  conozco a personas que llevan a sus casas a perros vagabundos, un día, Alguien y yo íbamos caminando igual como los dos muchachos que caminan como si el día fuera soleado, pero con la diferencia de que ese día si era soleado,  y estaba ahí un perrito asustado a lo orilla de la carretera, dijo Alguien ya tengo muchos perros, pero no lo podemos dejar aquí, me lo llevo a mi casa. Si yo bajara del microbús y me llevará a todos los perros asustados a mi casa… si yo bajará...

Si  yo....  muchas cosas...

El mismo recorrido, los mismos lugares, el bache el de siempre, las personas diferentes,  los sentimientos  distintos cada instante.

Y  las ideas que pasan por mi mente, son  líneas que se cruzan, pasan unas por debajo de las otras, se enredan, se hacen nudo, se enredan hasta hacerse  una maraña, las voy desenredando o enredándolas más ya sea el caso, y las voy escribiendo al aire, cuidando que no se caigan y lleguen salvas hasta aquí, aveces lo logro, pero la mayoría de aquellas ideas se quedan suspendidas, atrapadas en el interior de éste y de otros cientos de micros, o se las llevan consigo cada personaje cada escena que observo a lo largo del trayecto.

Me levanto de mi asiento, anticipo la parada, la parada, mi destino de hoy.

Sigue lloviendo y camino como si el día fuera soleado, pero con la diferencia de que camino solo yo.
La lluvia mojando mi cara y mi pelo  y mi ropa, y tengo y siento tristeza, no sé por qué, si es por estar sola en un día lluvioso y caminar como si no lo fuera, o por lo que observo cada día en las calles, o por la ausencia que es también como una muerte.

Toco la puerta, entro…

Dejo  por el momento a mi otra yo.



Escucha a Real de Catorce del disco Tiempos Oscuros:




domingo, 19 de septiembre de 2010

Concierto



Del más profundo azul de José  al  rosa de Delgadillo. 
Como en mis ventitantos cantando "Ten miedo de mí".

Foto:
Concierto  de Fernando Delgadillo Zócalo de Puebla, 
18-sep-2010

domingo, 12 de septiembre de 2010

No Se Puede Matar Al Amor

Septiembre 10, 2010 por Fundación José Saramago
Yo creo que el sentimiento es como la Naturaleza. No podemos, en nombre de la experimentación, de la frialdad científica, de la objetividad y de todas esas cosas, expulsar el sentimento de nuestras preocupaciones y de las obras que vamos escribiendo. El sentimiento estará siempre de moda, porque hombre y mujer siempre sentirán amor. No se puede matar al amor. Por eso tiene una presencia tan importante en mis novelas.





“La isla ibérica. Entrevista con José Saramago”, Quimera, Barcelona, nº 59, 1986






Escrito en Otros Cuadernos de Saramago

viernes, 3 de septiembre de 2010

BañadaporlaLunademisTreintayTres

Hoy deje ser un “Hada …. Bañada por la luna de mis treinta y tres”, casi  parafraseando a José junto al Real.

Deje de tener tres y tres, treinta y tres, dos veces mi número de la suerte.

Hace mucho me revelaron lo que para mí significa el número tres, el que rige tu  vida, me dijo la señora frente a las cartas del tarot, y yo frente a esa mujer, y las cartas entre las dos. Y estaba  frente a la  que lee las vidas en  aquellas cartas que hablan del destino, el destino que se cumplió y el que se cumple y el que se  va cumpliendo,  de lo primero y de lo segundo estuve en total acuerdo, pero de este tercer verbo en gerundio que escribí para describir al destino, de eso, de eso sí que ya ní lo creo ahora, cabe decir aquí, que en ese momento sí que lo creí. Ya hace años de esa visita con  las cartas, que al partirlas en tres, otra vez tres, pasado, presente y futuro, mi vida quedo al descubierto a los ojos de aquella señora que lee el tarot.
Hoy creo firmemente o más bien supersticiosamente que el número tres es el número de mí suerte, o mí número de la suerte, pero no porque lo haya visto en el tarot aquella señora de la que no recuerdo ni sus facciones, pero bien que me acuerdo que me costo cincuenta pesos (y nótese que ya pasó bastante tiempo de eso, ahora una lectura de tarot te cuesta hasta quinientos pesos, “suben las cosas, menos mi sueldo” tarareando al Rockdrigo), si no porque nací en un día como hoy,  tres de septiembre.
Y me puse a escribir estas líneas,  en el día de mí cumpleaños treinta y cuatro, que ya no son dos veces mi número de la suerte, son tres veces diez, más cuatro veces uno, pero eso sí, en el día tres, del mes nueve, que a su vez es tres veces tres,  y que juntos no sólo son dos veces mi número de la suerte, son cuatro veces el número de mi suerte.

Y  así  pasen  los años, siempre se sumarán en un día como hoy...
Tres de septiembre. El día tres del mes nueve que a su vez es la suma de tres vece tres.




Escucha del disco Azul y Hurbanistorias: